domingo, 23 de marzo de 2008

DE MUROS Y PAISAJES





Alguien construyó un muro a la orilla del precipicio.
Lo hizo para proteger a los suyos del peligro.
Era un muro a escala humana:
también servía para apoyarse en él y contemplar
la luz del crepúsculo reflejada en el agua.
Pasó el tiempo y el muro se convirtió en parte del paisaje.
Ya nadie sabe si alguien lo construyó alguna vez
o si el muro estaba allí al mismo tiempo que el río
y la montaña que lo abraza.
El tiempo le ha dado el mismo color que a las rocas próximas
de las que fué hecho. Al igual que a las rocas
la lluvia, el viento y las heladas lo van horadando.
Pronto volverá a convertirse en un montón de piedras...
Pero el hombre se ha hecho poderoso
y construye otros muros.
Son muros a escala poderosa
que amenazan o encierran o impiden la entrada a otros hombres.
Que no permiten contemplar el paisaje,
sino que lo ocultan definitivamente a la vista de los viajeros.
Los muros siempre son para otros hombres, o mujeres, o niños,
seres indefensos, al fin.
Muros de fortalezas medievales,
murallas en la antigua frontera china,
el muro de Berlín,
y ahora, en nuestros días, otro muro en la llamada antigua tierra santa.
Cada vez mas altos, más arriba, para demostrar quién es el poderoso.
Pero el tiempo con la lluvia, el huracán y el sol ardiente,
tal vez con la ayuda de hombres buenos,
acabarán por derribarlos todos.
¿Vendrán siempre otros hombres poderosos
a elevar nuevos muros y mas altos?
Tal vez.
Nunca aprenderemos.